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Deriva número 2

En este ejercicio de deriva le pedí a mi padre que me acompañara rumbo a la nada, si de casualidad se cruzaba algún objeto que fuera acorde a las situaciones que se nos presentaran, entonces sería recogido. Empezamos el camino a las 10:30am, con un obligado primer objetivo que era desayunar. 
Tomamos camino hacia la colonia Narvarte, donde encontramos un árbol que le recordó a uno que vio en Culiacán, también me habló del Baniano que crece en la India. Empecé a extrañar mi registro de tags, recordé que desde hace tiempo me di un poco por vencido ya que estas firmas están por todos lados, casi cada rincón del mundo. Se nos cruzó un lugar de carnitas donde también tenían desayunos. Hablamos sobre el folclor músical de Bolivia y México, cómo se han combinado distintos estilos gracias a la interpretación y ejecución con otros instrumentos. 
Retomamos la deriva y de pronto me pidió que eligiera una calle para dejar las grandes avenidas y empezar el camino hacia lo desconocido. Identifiqué que cuando te abres a recorrer y explorar un camino nuevo o conocido, se presentan muchos factores. Todo es demasiado atractivo, te vuelves un turista y parece que la capacidad de asombro te invade por completo. 
Ese mismo día había una especie de evento musical al aire libre en el parque España, con el fin de recuperar espacios y promover la creación y participación artística en comunidad. La verdad es que me emocionaba ver a dos chicas que cantan y tocan sus propias canciones. ¿Estamos muy lejos de la Condesa?- Le pregunté a mi padre quien me contestó que podíamos llegar a cualquier sitio debido al punto en el que nos encontrábamos. Aún así el evento era en la tarde, tenía la esperanza de hacer más tiempo.
Cruzamos viaducto y llegamos muy rápido a la Roma, donde mi padre tuvo una relación psicogeográfica ya que recordó una situación que tenía bloqueada pero el lugar, las calles que pasábamos, le regresaron al momento. 
Vimos una gran construcción, una especie de torre que nos recordó a la estela de luz del Centro de Cultura Digital y por un momento creímos que en verdad era el monumento memorial, sin embargo era una iglesia que a su vez me recordó otra y por un momento me sentí muy desorientado.
Entramos y de inmediato traté de localizar el órgano. El techo quedaba muy arriba, las paredes eran inmensas, sentí que mi cuerpo era una limitante.
Sobre esa misma calle habían unos departamentos cercados por el temblor del 17, estaban prácticamente congelados, parecía que estaban apunto de caer a las casas de enfrente. 
Llegamos al parque México donde una señora vendía pulseras de colores y de piel. Hace tiempo mi padre compró por internet unas pulseras similares, una negra y la otra café; simbolizaban nuestro vínculo más que padre-hijo o amigos, una unión más espiritual. Él compró un cigarrillo con un señor que mencionó que se le acabaron los Marlboro en el evento de un día anterior en el parque España.
Era muy temprano para el evento mencionado, no obstante el ejercicio era lo más importante y en especial todas las perspectivas que estaban surgiendo con mi padre. Encontramos un poster de un evento por la zona, me hizo sentir el folclor citadino o al menos la idea o intento de mantenerlo. Estaba tirado en una esquina, algo pisoteado pero se podía distinguir aun la imagen. En contra esquina habían un guante de látex rojo y otro de tela color azul.
De pronto vimos a lo lejos la verdadera suavicrema, el monumento, la estela de luz. El gran Sol nos había agotado, nos resguardamos en el museo y compramos agua. 
No conocía tal espacio, aunque había visto muchas fotografías de personas que se retratan en un espacio colorido el cual es una pieza sonora que tiene que ver de nuevo con el sismo del 17.
Estuvimos  de nuevo en el parque México donde había un clásico tren para niños que daba todo un recorrido por la zona, en la locomotora-cabina habían muchos llaveros y colgantes extraños. Sonaban unas rondas que parecían de los 70.
Rumbo a Insurgentes para tomar el metrobus hacía ciudad de los deportes. Recordé a una chica que podía hablar con el Universo, pidiéndole todo tipo de objetos, éste se los aparecía. Pasamos por un camellón y deseé la sensación arqueológica, me sentí un explorador y en la tierra había algo traslucido postrando parte de tu masa. Eran cachos de un faro, ¿de coche o de un poste? 
Regresamos a casa satisfechos con las situaciones presentadas, la percepción abierta a descubrir y un buen momento para conocernos. 


























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