Di Castro: Museo Jumex

Realidad programada: La vida y el arte en la televisión 

La exposición trataba de la incursión de distintos artistas en la televisión y el aprovechamiento de los medios relacionados, tomando en cuenta todo el mundo que estaba detrás de la pantalla chica. 

Según Susan Sontag, la televisión es un caudal de imágenes indiscriminadas y cada cual anula a la precedente, es entonces una saturación de información que pudo usarse ante las masas.

La televisión tuvo su auge en los 80, o más bien fue el momento para introducirse en la formación de las nuevas generaciones; pienso en mi padres y sus contemporáneos, llenos de puras referencias que sólo pudieron encontrar frente a la pantalla. Los artistas de ese tiempo notaron tal impacto y decidieron infiltrarse, con la certeza de que el contenido habitual mantendría a su gente enajenada, ellos intervienen sigilosamente y le brindan al espectador la misma capacidad de selección que según ya le proponen todo el tiempo. Melquiades Herrera es un gran ejemplo, apropiándose de un horario donde quizá no todas la edades podían sintonizarlo pero ya estaba dentro, formaba parte de la programación, del basto universo. Ahí mismo pudo manifestar y expresarse de la forma más sutil, sin transgredir directamente y mejor buscar una forma que pareciera amigable, medio confusa pero nada dañina para el seducido y manipulado espectador. 

Nos encontramos con innovaciones como Lorna de Lynn Hershman, donde el usuario tiene una relación con la obra, tomando control total de una mujer con fobia a los espacios abiertos, entrando en su cabeza y decidiendo por ella. Es el inicio de toda una nueva serie de posibilidades, donde se toman en cuenta el desarrollo de proyectos que estén estrictamente ligados con las nuevas tecnologías.

Los artistas se apropian de la obsolescencia a la que los dispositivos en cualquier momento deben llegar, cambiando por completo el objetivo con el que fueron hechos, logrando así una pieza partiendo del material que carece de toda intención programada.

El video arte nace, el performance encuentra un nuevo panorama y la interacción con el universo ficticio es cada vez más accesible, a tal punto de intervenirlo y descontextualizarlo.