Alejandro Magno pidió su propia representación mediante un busto, el cual mostraría a detalle el aspecto físico del mismo. Se puede partir de este capricho para hablar del retrato, donde encontramos gente poderosa queriendo una transportación de su aspecto, un momento específico en su línea, capturar la esencia y convertirlo en el protagonista absoluto. En la pintura encontramos al sujeto siendo congelado de una forma nueva, adquiriendo color y vida, es un momento, un sólo escenario, quizá un recuerdo, un sueño. En realidad el retrato encierra a la persona, mostrando lo que significa más allá de sólo representarla físicamente, es generar otra existencia.
El retrato empieza siendo poder, la capacidad de ser estudiado y plasmado, un regalo propio y al mismo tiempo generando un registro destinado al tiempo. El recuerdo del sujeto, identificando su aspecto, posición o incluso entender su realidad.
La fotografía llega para combinar todo lo pasado, llevándolo al nivel de verlo tal cual fue, así como comunicar los mismos aspectos, no obstante resalta la realidad, volviéndose accesible y familiar.
Se puede componer una situación donde el sujeto protagonice el momento y que éste hable de quién es, qué hace y por qué es la persona que vemos al instante. El hecho de buscar el momento exacto de una persona desconocida, pone a prueba la capacidad de la fotografía, ya que le otorgamos una historia a alguien más, teniendo distintas posibilidades de este mismo protagonista en la composición.
Considero que el retrato no sólo significa el hecho de vernos tal cual somos, sino reflejar lo que significamos, entonces entra el objetivo de ser explícitos y entender qué puede interactuar para saber que estamos ahí.
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