En la fotografía encontramos muchos tipos de respuestas, un reflejo que las sociedades generan o adoptan, a veces más explícito, en otras ocasiones tan familiar y cómodo. Consiste en un cambio, social o personal, atemporal o fugaz, tanto introspectivo como comunicativo.
Hoy tenemos oportunidades, las que a veces se ven como un cambio tan radical y ruidoso, no obstante vivimos el tiempo que nos toca, paradigmas analógicos que de pronto parecen esenciales, generando restricciones disfrazadas de bases fundamentales, las cuales debemos conocer pero no retrasarnos con ellas.
Parece que la imagen ha rebasado todo esto, gracias a los medios que están en campos completamente distantes de la fotografía, hemos encontrado nuevas formas de fusión, que vinculan todo de forma visual, siendo un lenguaje saturado pero parte de nuestra realidad digital.
Volviendo al campo fotográfico, ganamos nuevas formas de manipular la veracidad de la imagen, el registro puro que fue captado por nuestros propios ojos cuenta ahora con un inmenso catálogo de posibilidades, donde al final depende de nosotros hasta qué punto queremos distorsionar la realidad.
La desventaja aparece cuando el objetivo de existir se pone en duda, representar el mundo tal como lo percibimos o crear nuevos mundos, infinitas variables. Hoy lo hacemos de una forma, mañana será un procedimiento más práctico, al día siguiente será accesible, de carácter complejo, de forma imperceptible. Con una computadora en el bolsillo, en cualquier sitio podremos generar una perspectiva personal o intencionada por terceros. En cierto momento se vuelve peligroso, es cuando debemos diferenciar entre un lenguaje visual descontrolado o una asimilación de lo que conservamos debido a un carácter emocional o funcional, aunque mediante este amplio y confuso panorama, nos pueden ser implantadas necesidades que al final del día son inherentes e "importantes".
Es importante adoptar lo que está a nuestro alcance, sin perder el núcleo del mensaje, de cómo queremos representar lo real, definir si se quieren entregar nuevas percepciones del mundo, crear o borrar, hoy podemos decidirlo.
Hoy tenemos oportunidades, las que a veces se ven como un cambio tan radical y ruidoso, no obstante vivimos el tiempo que nos toca, paradigmas analógicos que de pronto parecen esenciales, generando restricciones disfrazadas de bases fundamentales, las cuales debemos conocer pero no retrasarnos con ellas.
Parece que la imagen ha rebasado todo esto, gracias a los medios que están en campos completamente distantes de la fotografía, hemos encontrado nuevas formas de fusión, que vinculan todo de forma visual, siendo un lenguaje saturado pero parte de nuestra realidad digital.
Volviendo al campo fotográfico, ganamos nuevas formas de manipular la veracidad de la imagen, el registro puro que fue captado por nuestros propios ojos cuenta ahora con un inmenso catálogo de posibilidades, donde al final depende de nosotros hasta qué punto queremos distorsionar la realidad.
La desventaja aparece cuando el objetivo de existir se pone en duda, representar el mundo tal como lo percibimos o crear nuevos mundos, infinitas variables. Hoy lo hacemos de una forma, mañana será un procedimiento más práctico, al día siguiente será accesible, de carácter complejo, de forma imperceptible. Con una computadora en el bolsillo, en cualquier sitio podremos generar una perspectiva personal o intencionada por terceros. En cierto momento se vuelve peligroso, es cuando debemos diferenciar entre un lenguaje visual descontrolado o una asimilación de lo que conservamos debido a un carácter emocional o funcional, aunque mediante este amplio y confuso panorama, nos pueden ser implantadas necesidades que al final del día son inherentes e "importantes".
Es importante adoptar lo que está a nuestro alcance, sin perder el núcleo del mensaje, de cómo queremos representar lo real, definir si se quieren entregar nuevas percepciones del mundo, crear o borrar, hoy podemos decidirlo.
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